sábado, 9 de julio de 2011

VACÍO HIRIENTE



Otra vez ayer sentí  el vacío, esta vez dónde más daño me hace, ¡Rodeado!
Además del vacío, esta vez, tuve que escuchar el hiriente silencio que brota de las infatigables cuerdas vocales de toda esa gente. Qué manera de hablar para no decir nada. En los colegios, ya desde que somos pequeños, deberían enseñarnos que es infinitamente más inteligente y más elegante estarse callado que decir cualquier cosa.
Pero no… se empeñan en ponerse sus mejores galas, en lucir figuras perfectas, y llamativos bronceados, pero desgraciadamente son incapaces de cuidar lo más mínimos sus palabras y entonces es cuando todo se viene abajo. Como en uno  de esos frenéticos sueños en los cuales somos los protagonistas y al llegar el momento álgido, todo se viene abajo con la rutinaria melodía de la desgracia que vomita el despertador.
Aunque para rutinaria y desgraciada melodía, ya tenemos el molesto murmullo construido por cientos de palabras intranscendentales que nos rodean con su vacío hiriente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario