viernes, 8 de julio de 2011

HEDOR NAUSEABUNDO

He de decir que ha sido sorprenderte e incluso gratificante me atrevería a decir, el descubrir la insignificante distancia que separa la profunda admiración que te profano y el hedor nauseabundo de tu presencia.
Sí, he de reconocer que estaba equivocado cuando imaginaba que sería una distancia insalvable. Pensé  que para realizar el trayecto debería ponerme en contacto con una de esas agencias “ Low cost” tan de moda últimamente .Incluso rondó por mi cabeza la posibilidad de embarcarme en una de esas pateras de lujo y hacinarme ente un montón de gestos y de caras desconocidas con sus indiferentes  y aburridas miradas.
Pero no! Por suerte descubrí que mis nuevas botas de monte eran ideales para realizar el trayecto. Unas botas, en principio, fabricadas y diseñadas para subir montañas resultaron ideales para bajar a tu repugnante infierno. Y en cuanto llegué, caí en la cuenta de que estaban tan nuevas que cuando comencé a andar.
Evidente… pues solamente dos insignificantes pasos separaban mi admiración por ti y el asqueroso olor de tu presencia.
Y sí, te sigo admirando, cada minuto un poquito más y cada hora sesenta poquitos. Te admiró porque eres capaz entre otras muchas cosas de asomarte en un balcón a gran altura y no tener  la tentación de saltar y acabar con un cerebro insano, un cuerpo sin corazón ni alma y una cara que más bien es un mazacote de hormigón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario